¿Qué mi*rda es Como un guante de seda forjado en hierro?
- J. Francisco Ossa
- 3 oct 2018
- 2 Min. de lectura
Daniel Clowes es uno de los autores más perturbadores y personales del nuevo underground, y Como un guante de seda forjado en hierro una auténtica vivisección del subconsciente colectivo estadounidense. Esta novela gráfica, es parte de una serie que el mismo publicaba en su conocida revista "Eightball" y es una obra completamente surrealista y siniestra, una verdadera pesadilla para cualquier ser que conozca los mitos sobre los suburbios americanos y su gente rara.

Este cómic narra la verdadera odisea que emprende Clay Loudermilk en busca de su ex novia (con quien tiene varios asuntos pendientes y preguntas sin responder) a la que reconoce en una película BDSM que proyecta un cine porno al que asiste.
Sin spoilear demasiado, el protagonista pasa por grupos conspirativos, sectas, casas en la que viven hijos de alienígenas marinos, grupos feministas radicales, mutilaciones, perros sin orificios corporales, gente sola.
Realmente es lo más extraño que he leído en años y en una sola noche, ya que a pesar de volverse denso o inverosímil a cagar, la historia manda, te exige más, y al terminarlo quedó una angustia que no he logrado volver a llenar.

Habitualmente se dice que esta obra corresponde a la etapa más underground y grotesca de Clowes, que su madurez progresiva lo fue llevando a historias que son mucho más exitosas como Ghost World o Ice Heaven, pero considero que es aquí donde planteó su manifiesto pesimista, donde experimentó con los sueños de sus personajes y sus deseos, donde el discurso y los pensamientos desbordan lo que vemos.

Un tono puramente kafkiano recorre toda la obra, y algunos momentos nos recordarán al David Lynch más críptico, ya que no es necesario hacer conjeturas racionales, simplemente toca dejarse llevar por las circunstancias que se encuentran en cada una de sus páginas, siguiendo el espíritu de su protagonista.

El dibujo, del propio autor, va en la línea de sus otros trabajos, buscando con su particular estilo una expresividad en los rostros que contrasta con una cierta rigidez de los personajes. Siendo una obra sin color, hay que decir que el autor ha sabido utilizar perfectamente el blanco y negro para realzar en todo momento el tono bizarro que impregna cada página. Daniel Clowes hace parte de esos artistas que han experimentado a una Norteamérica consumista, decante, oscura, plagada por psicópatas que tienen perros sin cabeza y que filman sus matanzas para exponerlas en una función de media noche.
Los dejamos con la primera parte de la historia, y si quieren leerlo completo, pídanlo aquí:













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